05 abril, 2018

Música relajante

Trabajo mientras escucho música relajante, no teniendo que ser lo mismo que otros entiendan por música relajante, pero es hoy y es la mía.

Trabajo cansado mientras la música me hace descansar, mientras suena Antonio Orozco hablando de CádizFornia o Ismael Serrano hablando de su traicionera Wendy, y mientras ellos devanean por historias y requiebran escudriñando lo que es la vida, yo me relajo ante esas músicas escuchadas mucho tiempo atrás, que ahora me son tranquilizadoras y me dan un soplo de aire fresco para continuar.

Recuerdo aquella época en la que me relajaba con música Celta (aunque no siempre de Vigo), u otra en la que zumbaba a todo meter melodías cuasi-satánicas de heavy metal, catárticas por entonces. Otras veces leía con AC-DC o vivía momentos de éxtasis con Hooverphonic, cada uno segundo el momento, cada uno gracias a esa música concreta.



Sabemos que por ejemplo para estudiar hay música de tantos tipos como colores, sucediéndose gente que es capaz de estudiar mientras escucha música que entiende (y canta), otros que por fuerza han de tenerla en idioma extranjero (ya sea inglés o en su entendimiento quizá japonés) u otros que apuestan por las instrumentales, ya sean de orquesta, clásicas o incluso de película, todo con el objetivo de matar también algún ruido externo y por supuesto de mantener el ambiente más o menos uniforme.

Recuerdo jugar a la consola con Vangelis o a la Wii con clásicos de esos del XVII y XVIII, que para todo hay un momento y una música. Recuerdo también estar enfermo escuchando esas radiofórmulas que de vez en cuando soltaban algo interesante, y por supuesto recuerdo el frescor de la música ligera de verano en la piscina o los discos "for Peugeot" que me hacía para alguno de nuestros viajes, eh ememe!

Recuerdo jugar a la pelota con las típicas canciones de programas deportivos de los 90 para repasar los mejores goles, ya sea una banda sonora de Jean Michel Jarre o las Spice Girls, quién sabe; recuerdo haber utilizado determinadas melodías justo al despertar, para desperezar los sentidos y encoraginarse para comerse el día y el mundo, y por supuesto recuerdo buscar la melodía concreta para soltarlo todo y llorar si hace falta, con viejos y ochenteros retazos de hace casi 4 décadas ya.

Total, que hoy la cosa ha venido así, y como justo en este momento acabó el señor Serrano, pasamos a buscar a otro viejo amigo cuyo disco hace tanto que no escuchaba, dando con el amigo Ferreiro, y más abajo apeteciéndome un poquito de Sexy Sadie, que quizá para tomar un traguito de su esencia reoiga cuando termine de escribir estas letras, misiva en botella que también navegará en el mar con su propia melodía incorporada.



Hoy recuerdo esas músicas relajantes que todos tenemos, y que algunos locos hacemos incomprensibles para los demás. "¡Qué haces escuchando Black Sabbath para relajarte!" "Pues a mí me relaja", y así como antes decía, para gustos, colores, para gustos, músicas relajantes, y mientras yo divago, tú a lo mejor estás escuchando música relajante para bebés, que a esos no hay quien los pare, y yo me acuerdo del consejo de "la música amansa a las fieras", máxima repetida durante la historia y probada con acierto tantas veces, y así lo pienso y así lo creo: la música lo puede todo, nos puede amargar un día simplemente por no haber escuchado la canción adecuada o nos puede hacer salir de un pozo con solo unos acordes, por eso ahora simplemente y para terminar remiro la carpeta de canciones, miro a ver cuál es ese disco de Sabina, y como esperaba finalmente pongo una de los Sadie, busco una imagen para no dejar este post huérfano de imagen, y me despido hasta la siguiente, que será un nuevo cumpleaños, porque en nada, señores y señoras (animales algunos incluidos, y otros animales aparte), estamos haciendo 12 y entrando en la adolescencia, que con música, seguro, será apasionante...

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